Me desperté con el corazón apretado y esto hice
Hoy me desperté a las 4 am con un nudo en el estómago y la mente a mil por hora.
No pude volver a dormirme: corrían cientos de escenarios de preocupación.
Estos últimos días he estado inquieta, y anoche llegó al punto máximo.
Sí, intelectualmente entiendo qué me pasa y de dónde viene,
pero había una parte de mí que necesitaba desahogarse,
decirse todo lo que le preocupa y hacerlo muy, muy visible.
No hubo técnica alguna que me sirviera.
Te confieso algo: yo he sido una #preocuponaenserie. Es de familia 😉. Sello distintivo, podría decirse.
Quizá pocos lo notan, porque llevo años trabajando con mi sistema nervioso, desprogramando patrones heredados y creando capacidad para sostener cambio y crecimiento.
Y aunque suelo verme más sabia y optimista (según yo😉), hay momentos en los que los patrones desmagnetizadores —control, perfeccionismo, hiperresponsabilidad, preocupación— me atrapan duro.
Y estos últimos meses ha habido de todo:
decisiones difíciles y valientes, cambios, silencios, dejar ir, determinación y mucha energía para crear lo que aún no existe, y un mundo ruidoso, saturado, competido, que no se detiene.
Así que sí, a veces mi mente se acelera mucho y el miedo al futuro se siente abrumador, aun cuando mi expertise sea el Embodiment (salir de la mente y sus historias y regresar a la sabiduría del cuerpo) y la regulación del sistema nervioso.
¿Qué hice desde las 4 am hasta ahora, mientras te escribo este mail?
Escribir.
Llorar.
Alistar a mis hijas para la escuela.
Volver a escribir.
Llorar un poco más.
Hacer una lista enorme de preocupaciones.
Mover el cuerpo para liberar tensión.
Y preguntarme: ¿qué necesito realmente?
Y lo que me salió fue simple: conectar con gente que me entienda.
Escuchar a otras.
Saber cómo están.
Compartir inquietudes, pero también sueños.
Volvernos a enfocar juntas.
Voy yo.... ¿Qué me inquieta?
Mi negocio.
No estructurar bien mis laboratorios de expansión, riqueza y decisión y sentir que no llegan a las mujeres correctas.
Que a nadie le interesen los proyectos que desarrollo para la expansión y liderazgo femenino y que me quede escuchando grillos.
Que mis clientes se decepcionen.
Mi equipo.
Todos los gastos.
Que mi creatividad se apague y no sepa qué decir ni qué crear.
No encontrar el soporte correcto en esta nueva etapa.
Quedarme en un limbo: “fue… pudo haber sido”.
Mi nueva casa, la mudanza, los pagos, los cambios.
Y lo más profundo: que nunca deje de preocuparme y entonces ya me vaya al hoyo por tener tanto pensamiento desempoderador y negativo.
Y claro… como trabajo con mujeres y sus propias preocupaciones,
a veces me encuentro pensando los mismos pensamientos que ellas (además de los míos).
Y sí, me río un poco mientras lo escribo.
Porque aunque se siente real y a veces muy abrumador,
sé que esto no es nuevo para mí.
Vivo con eso.
Y con todo y todo, me muevo, decido, creo, recibo.
Porque cada preocupación me muestra algo:
lo que me importa y lo que necesito.
Y cuando la escucho, se ordena.
¿Necesito soporte? OK.
¿Necesito crear? OK.
¿Necesito conectar? OK.
Ahora voy contigo.
¿Qué te inquieta a ti?
¿Qué está siendo difícil o tenso estos días?
¿Qué historias protectoras te cuenta tu cabeza?
Y sobre todo: ¿qué necesitas? ¿qué te gustaría lograr ahora? ¿qué es lo más importante para ti estos últimos 2 meses del año?
De mis propias preocupaciones ya puedes ver lo que es importante para mí, lo que estoy intentando crear y sostener.
Si tuvieras una varita mágica y pudieras pedir lo que realmente te apoyaría en esta etapa de tu vida para avanzar con dirección, claridad y disfrute… ¿qué pedirías?